viernes, 6 de mayo de 2016


Puño en alto

  En esta Europa a la deriva volvemos a tener la necesidad de símbolos, como el de Tess Asplund


Josep Maria Fonalleras/ Escritor/ El Periódico de Cataluña/ Viernes, 6 de mayo del 2016.

¿Qué estaría pensando Tess Asplund cuando levantó el puño y miró fijamente los ojos tenebrosos de uno de los jefes de los fascistas que desfilaban en Borlange? Lo explicaba en el reportaje de Marta López: «Son nazis, extienden el odio». Tess Asplund es negra y sueca y se dirigió a los miembros del Movimiento de Resistencia Nórdico con la única fuerza de su puño en alto (el derecho) y con la dignidad de una mirada que no se rinde ni se agacha ante la violencia. Tess Asplund lleva la cabeza rapada, como ellos, pero en su cráneo está la entereza de la mujer sola, en medio del océano de menosprecio, hombres juntos que caminan con un ideario de odio y fabulaciones sobre el dominio de la raza blanca. David Lagerlöf, el fotógrafo que nos ofrece la imagen, recalca la importancia del momento. «Es un gesto simple», dice, pero esconde, sobre todo, el afán de hacerles frente. La valentía no es un asunto que se piense, sino que nace del alma de quien tiene miedo (¿quién no tiene miedo ante el ímpetu del Mal?) y decide, de repente, dar un paso adelante. Porque toca. En esta Europa a la deriva volvemos a tener la necesidad de símbolos, como el de Tess Asplund, pantalones negros abombados, pendientes como lágrimas, un jersey ancho, lila, con un cuello como una bufanda, con una bolsa de plástico a rebosar. Y el puño que se alza contra la barbarie anunciada, contra el ascenso de las olas que quieren negar la democracia, los derechos, la humanidad. Como hace 80 años.
                       

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