No se sabe todavía si el Barça conquistará algún título con Luis
Enrique. No hay duda, en cambio, de que ganará partidos importantes,
protagonizará jornadas estupendas, vivirá noches épicas con Messi. Ayer
doblegó al Atlético, el mismo equipo que la temporada pasada le venció
en la Supercopa, le eliminó de la Champions y le quitó la Liga el último
día en el Camp Nou. La victoria azulgrana fue tan incontestable como
determinante resultó la actuación de Messi, asistente como 7, único en
calidad de 10, por fin goleador ante Simeone. Vive el Barça de Messi, de
Luis Suárez, de Neymar, y los tres encendieron al Camp Nou.
Barcelona, 3-Atlético, 1
Barcelona: Bravo; Alves, Piqué, Mascherano, Jordi
Alba; Rakitic (Rafinha, m. 88), Busquets, Iniesta; Messi, Luis Suárez
(Pedro, m. 91) y Neymar. No utilizados: Ter Stegen; Bartra, Sergi
Roberto, Adriano y Munir.
Atlético: Moyá; Juanfran, Giménez, Godín, Gámez
(Siqueira, m. 83); Koke, Gabi (Torres, m. 68), Tiago, Arda; Griezmann
(Raúl García, m. 74) y Mandzukic. No utilizados: Oblak, Miranda, Mario
Suárez y Saúl.
Goles: 1-0. M. 12. Neymar. 2-0. M. 35. Luis Suárez. 2-1. M. 57. Mandzukic, de penalti. 3-1. M. 87. Messi.
Árbitro: Undiano Mallenco amonestó a Gámez, Mandzukic, Juanfran, Luis Suárez, Tiago, Griezmann, Mascherano, Messi y Godín.
Camp Nou. 81.658 espectadores.
No hubo referéndums en el estadio porque en juego no solo estaba el
liderazgo de Messi y la credibilidad de Luis Enrique sino la
competitividad del Barça. No hay club en el mundo más volcánico que el
azulgrana, extremista por naturaleza, socialmente único por la
emotividad de su hinchada, ayer unida ante la importancia de la cita y
la grandeza del contrario, el campeón Atlético. Regresó de alguna manera
el viejo Barça, en la grada y en la cancha, más rabioso que dulce, muy
pendiente de los goles y no tanto del juego, menos académico y estético y
más comprometido, siempre pendiente en cualquier caso de Messi.
Aunque no se dejaba de hablar de Messi, homenajeado como máximo
goleador de la historia de la Liga, el partido empezó sin el 10, tan
abierto a la derecha que parecía estar fuera del campo, vigilado a
distancia por Jesús Gámez, improvisado como lateral zurdo, prácticamente
la única y decisiva novedad en las alineaciones, muy previsibles,
también la del Barça, inédita (27 sobre 27) y cantada desde la lesión de
Xavi y la no convocatoria de Mathieu. Messi fue un espectador más del
encuentro hasta que entró en juego para marcar las diferencias de manera
superlativa, adulado como rey del Camp Nou.
Messi no atinó en el tiro nada más agarrar la pelota (m. 8) para
después poner un centro que embocó Neymar (m. 11). El tanto fue casual, o
al menos pareció que el balón puesto por el 10 rebotó en Suárez antes
de quedar a merced de Neymar. La jugada, sin embargo, expresó la
superioridad del Barça. Sus tres delanteros desvencijaron al sistema
defensivo de Simeone. Neymar desbordaba a Juanfran, Luis Suárez
maniobraba estupendamente a espaldas de los centrales y Messi resultaba
imparable como extremo, reencarnado en Jimmy Johnstone, una pesadilla
para el Atlético.
Envueltos en un uniforme que parecía un pijama, nadie reconoció en el
Atlético al campeón de Liga. Agujereado por las bandas, no supo
defender ni atacar ni controlar al Barcelona, excelente en la intensidad
colectiva e inteligente en la elección de los distintos ritmos que le
convenían al choque, centrado con el 0-0, vertical y directo en sus
transiciones después del 1-0. Las ocasiones se sucedieron en la portería
de Moyá desde el carril del recuperado Alves. Neymar marró el 2-0 en un
cabezazo sencillo a centro de Luis Suárez, y el uruguayo remató una
contra prodigiosa del 10.
El argentino se ayudó con el brazo derecho para armar el contragolpe,
circunstancia que provocó la ira de Simeone. El técnico no sabía cómo
corregirse después de equivocarse con la alineación, incapaz de parar a
Messi, terrible en cada arrancada, punto culminante de un equipo muy
puesto, seguramente el mejor que se había visto desde que comenzó el
curso en el Camp Nou. Los puntas eran tan disuasorios como los defensas:
no habían concedido ni un córner, ni una ocasión, solo una falta cuando
pitó el descanso Undiano Mallenco. El Atlético solo trampeó con faltas
reiterativas el ritmo impuesto por el Barça.
Los azulgrana dominaban la pelota y los espacios ante la sorpresa del
Atlético. El partido se reanudó de la misma manera que había comenzado
por el intervencionismo de Messi. El 10 apareció en el área del Barça
ante Gámez y de forma sorprendente el árbitro pitó penalti por un
contacto que no pareció sancionable, salvo para Undiano Mallenco. Nadie
recordaba que Messi hubiera cometido un penalti desde que llegó a los 13
años al Camp Nou. Mandzukic transformó el castigo y metió al Atlético
en el partido en una jugada y explotó de rabia el Camp Nou. El equipo
azulgrana perdió continuidad y salida y se apretó bien el Atlético.
La carga ambiental aumentó cuando salió a escena Fernando Torres,
autor de cinco goles en seis visitas al Camp Nou. Simeone fue cargando a
su equipo con los cambios mientras Luis Enrique se quedó paralizado,
como si no le preocupara el cansancio de sus muchachos, la falta de aire
y combustible, ni la presión alta del Atlético. A pesar de la
omnipresencia de Iniesta, a los barcelonistas les costaba tener el balón
y el campo se les hizo demasiado largo, faltos de pausa y control,
erráticos en la cesión de córneres, muy pendientes de las apariciones y
sobre todo de las aceleraciones de Messi.
El partido estuvo en el limbo durante un buen rato, expuestos los dos
porteros, sobre todo Bravo, a la espera de la última palabra del 10. A
juego con la noche, el encuentro parecía aguardar que Messi dijera la
última palabra, culminara su obra con un gol, después de intervenir en
los tres anteriores, dos en el marco de Moyá y uno en la del Barça. Y
Messi apareció para recoger un rechazo de Raúl García, después de un
centro de Luis Súarez y una intervención de Rakitic, y poner el
definitivo 3-1. Ya son 21 tantos contra el Atlético.
El 10 escapó de la jaula en que le había metido durante un año
Simeone para reivindicar a tiempo el liderazgo del Barça. Nadie se
jugaba más en el partido que Messi. Y Messi fue más Messi que nunca
porque ejerció de 7, de 10, de 9 y además por vez primera le pitaron un
penalti en contra, el que significó el gol del Atlético.