jueves, 10 de febrero de 2011

El Barça mejora con Guardiola

RAMON BESA-EL PAÍS- 10/02/2011
 
 
 
La mayoría de los aficionados se preguntan hasta cuándo durará el monólogo del Barcelona. A los rivales les preocupa mientras que a los barcelonistas les ocupa, algo lógico, por otra parte, en la cultura de la instantaneidad, presidida por el vértigo. Todas las noticias que pasan en el Camp Nou se escrutan, por tanto, como si fueran síntoma de algo importante, un indicio de por dónde van los tiros, la prueba irrefutable para acertar con el pronóstico. La renovación de Guardiola se presenta en este sentido como la mejor de las noticias para intentar prolongar el estado del bienestar azulgrana, mantener una rutina que divierte a los seguidores del Barça y aburre a los del Madrid. El técnico entiende que su equipo no tiene todavía fecha de caducidad.
La personalidad de Guardiola puede ser controvertida. Incluso cabría acusarle de cierto sectarismo por proceder de modo tan particular en asuntos institucionales como la renovación de su contrato, nada nuevo, en cualquier caso, si se tiene en cuenta su etapa de jugador. A ningún otro entrenador se le habría consentido seguramente actuar de igual manera. Ocurre que no hay técnico más culé, más exigente consigo mismo y más representativo del éxito barcelonista que Guardiola, incapaz de dejar tirado a su club y sus futbolistas, caprichoso con lo suyo y fiel servidor de la institución como ninguno. A partir de su continuidad, ha venido a decir que su equipo tiene todavía margen de mejora.
Desde la llegada de Guardiola al banquillo del Camp Nou, el Barcelona ha progresado mucho futbolísticamente, hasta tal punto que la idea original evoluciona más rápidamente que cualquier antídoto. Nadie ha descubierto aún la fórmula para desactivar al Barça porque el propio Barça muta con el paso del tiempo. Los azulgrana juegan hoy mejor que hace una y dos temporadas. Traspasados Ronaldinho, Deco, Eto'o, Ibrahimovic, Márquez y Henry, el equipo se organiza alrededor de Messi como falso nueve, los extremos atacan por dentro más que por fuera, Iniesta ejerce de interior desequilibrante y Abidal se presenta como un excelente central. A corto plazo, no se vislumbran más contenciosos que la renovación de Alves y el fichaje o no de Cesc.
Intuye Guardiola que su equipo aún tiene recorrido y que Messi puede ser mejor futbolista, al menos una temporada más. Así se explica que renueve por un año. Quiere ganarse la continuidad, saber que las cosas siguen funcionando, sacar lo mejor de sus futbolistas. En caso contrario, dejará el Barça, una actitud que obliga al plantel a ser igualmente exigente y a la directiva a generar las mejores condiciones para que siga como técnico. Si renueva, quiere decir que cada parte cumplió su papel, que vale la pena perder más pelo y voz por culpa del desgaste mediático y que todo va bien, ya sea presidente Laporta o Rosell, no es cuestión de crear agravios comparativos. Nadie se imagina un Barça sin Guardiola, empezando por el mismo Guardiola.
Aunque los resultados son impredecibles, el entrenador se ha ganado al menos el derecho a decidir hasta cuándo cree que tiene cuerda su Barça: junio de 2012, la fecha de caducidad del contrato que firmará el próximo día 22.

martes, 8 de febrero de 2011

* José Luis Egido- nuevatribuna.es | 07.02.2011
El diccionario describe la voracidad como una cualidad que se aplica a persona o animal que come con ansia, con avidez. Es una buena definición para reflejar al Barcelona que se sigue comiendo uno tras otro a cuantos equipos se le enfrentan en la liga...


... El Atlético de Madrid no fue una excepción con el agravante de hurtarnos uno de aquellos partidos imborrables y recuperar la emoción de la lucha por el primer puesto. No es menos voraz un CR7 magnífico empeñado en capitanear al Madrid en una lucha casi personal con el inalcanzable Messi.

Del partido del sábado entre culés y atléticos se pueden escribir muchas cosas. Yo me quiero fijar solo en una que retrata perfectamente la diferencia abismal entre uno y otro equipo, sobre todo en el estado de ánimo. Esa jugada fallida del ataque barcelonista que acaba en otro ataque del Atlético con el balón en los pies del Kun Agüero y la cabalgada tremenda de Messi recorriendo cincuenta o sesenta metros para recuperar el balón limpiamente. Una vergüenza para el Kun y una medalla más para Messi. En mi memoria futbolística no recuerdo algo semejante de cualquier número uno del Mundo. Respecto al Kun, si yo fuera el entrenador del Atleti le pondría veinte veces el vídeo para después sentarle en el banquillo dos o tres jornadas y que tenga tiempo de obnubilarse con las ofertas de pagar esas mareantes cifras de su cláusula de rescisión.

Esa jugada refleja a la perfección en el Barça el concepto de defender la pelota, algo que no se reconoce lo suficientemente al analizar su fútbol, hechizados como estamos por su fútbol de toque y ataque. En cuanto al enfrentamiento entre los dos gigantes, ha pasado una jornada más y la diferencia de siete puntos sigue intacta. Así que ahora es el momento de las valdanadas, esas cortinas de humo mediáticas para nublar la vista y las entendederas de la afición y tapar una desventaja que a juicio de los más sensatos parece insalvable. De momento ya ha empezado Mourinho afirmando que si el Madrid queda segundo no pasa nada, no sin antes agarrarse al consabido recurso de que matemáticamente es posible ganar la liga. Eso mismo argumentaban Schuster, Juande y Pellegrini y los echaron. La política futbolera no puede tapar una cómoda victoria del Madrid ante una débil Real Sociedad a la que se encargó de parar Iker Casillas, él solito, con más protagonismo en los partidos del que le regalan los focos enamorados por los personajes más mediáticos. Un dato de este partido es significativo: las rotaciones bien administradas. En una plantilla de superclases se ha demostrado que con ellas el Madrid puede ganar igual o mejor. La cuestión está en si las han sacado demasiado tarde.

domingo, 6 de febrero de 2011

Messi es Di Stéfano

La Pulga anota su cuarto 'triplete' de la temporada ante el Atlético y se erige en el protagonista el día en que el Barcelona arrebata el récord de victorias consecutivas al Madrid de La Saeta Rubia

RAMON BESA - EL PAÍS - 06/02/2011
 
Messi es definitivamente la reencarnación de Di Stéfano. La Pulga merece desde ayer el trato de usted que se ganó La Saeta Rubia. Ambos son futbolistas únicos en el mundo por su virtuosismo y también por su incidencia en sus respectivos equipos. La grandeza del Madrid se explica a través de Don Alfredo de la misma manera que el Barcelona ha alcanzado la excelencia por medio de Leo. Al azulgrana le anima hoy la misma competitividad e influencia que al madridista en los años cincuenta. Messi marcó anoche tres goles y ya suma 24 en el campeonato y 40 en la temporada, cifras que permiteron al Barça cantar su victoria 16 consecutiva en la Liga, una más que el Madrid de Di Stéfano.

      BARCELONA 3 - ATLÉTICO MADRID 0

      Barcelona: Valdés; Alves, Piqué, Abidal, Maxwell; Sergio Busquets, Xavi (Afellay, m.84), Iniesta (Keita, m.80); Pedro (Bojan, m.84), Villa y Messi.
      Atlético de Madrid: De Gea; Valera, Ujfalusi, Godín, Antonio López; Reyes, Tiago, Assuncao (Koke, m.57), Filipe Luis (Elías, m.76); Fran Mérida (Forlán, m.46) y Kun Agüero.
      Goles: 1-0, m.17: Messi. 2-0, m.28: Messi. 3-0, m.79: Messi.
      Árbitro: Turienzo Álvarez (C. Castellano-leonés). Mostró cartulina amarilla a Ujfalusi (m.28), Alves (m.45), Tiago (m.67),Messi (m.68) y Valera (m.88).
      Incidencias: Asistieron al encuentro 84.766 espectadores en partido correspondiente a la vigésima segunda jornada de Primera disputado en el Camp Nou.

      Al ritmo de Messi, bate todos los récords el Barcelona. Nada tuvo que decir anoche el Atlético, un equipo imprevisible, capaz de protagonizar el mayor de los ridículos o también la gesta más grandilocuente, generalmente un aguafiestas para la hinchada del Camp Nou. No respetó ni siquiera la fiesta del centenario azulgrana y acabó también con la racha del equipo de Frank Rijkaard. Nada pudo hacer en cambio frente a Messi, figura indiscutible de la jornada, más agrandado que nunca, decisivo tanto en la apertura como en el cierre del choque, autor del cuarto triplete del curso. La Pulga no parece tener límites, y menos cuando enfrente tiene al Kun Agüero y al Atlético.
      El partido duró un cuarto de hora, el tiempo que tardó Messi en vencer a De Gea, abatido por el gatillo de La Pulga y al mismo tiempo abandonado por su propio equipo, que cedió la pelota y el campo al Barcelona, nada nuevo por otra parte en el Camp Nou. Los muchachos de Quique Sánchez Flores se recogieron en su cancha, procuraron alargar el campo con Agüero, más protagonista que nunca por la suplencia de Forlán, y por un momento se felicitaron porque aguantaban el empate a cero al cabo de quince minutos. La superioridad azulgrana es tan abrumadora que la mayoría de sus rivales ya no compiten por el resultado sino por retrasar al máximo la victoria barcelonista.
      Quedó satisfecho el Atlético de su cuarto de hora inicial, más que nada porque pareció que al Barça le costaba empezar el partido y durante un rato jugó al pie, más lento que rápido, tan tensionado como impreciso, entregado al mundo infantil de Messi. La Pulga percibió de inmediato que el encuentro se había convertido en una cuestión personal, sobre todo porque Luis Felipe tapaba a Alves y por el otro costado no llegaba Mawxell. Había mucho revoloteo alrededor de Pedro y sobre todo de Messi. Así que La Pulga tomó la pelota, cambió hasta dos y tres veces de ritmo, eliminó a Filipe Luis, Assunção y Ujfalusi y una vez llegado al balcón del área cruzó el balón a la red del Atlético.
      Messi repitió 11 minutos más tarde para resolver la contienda, ya con el equipo enchufado al completo, después de una jugada tan elaborada como afortunada por los rebotes que precedieron al tiro del argentino, que giró el tobillo como la muñeca, imposible para el portero. Alcanzada la media hora y con dos goles a cuestas, el Atlético se liberó hasta el punto de reclamar un gol a la salida de una falta que el árbitro anuló por no haber autorizado el lanzamiento. Los atléticos buscaron en las jugadas episódicas un remedio para responder al mejor fútbol de los barcelonistas, más desequilibrantes y profundos.
      Infalible como rematador, Messi ejerció también el mejor de los zagueros cuando después del descanso le aguantó un cuerpo a cuerpo con Agüero, le rebañó la pelota y salió de la jugada con un autopase digno del mejor de los volantes. No se arrugó el Kun, que replicó con una jugada excepcional rematada por Filipe Luis y rechazada bajo los palos por Piqué.
      El diálogo Agüero-Messi animó el segundo tiempo del partido, que resultó más desordenado que de costumbre, más a gusto del Atlético que el Barcelona. La última palabra la tuvo naturalmente Messi, que metió el tercer tanto en un remate sencillo. Los tres goles de La Pulga fueron diferentes, prueba inequívoca de su gran repertorio.
      Aunque el juego alborotado del Atlético provocó un partido confuso para el Barcelona, fue a la larga el mejor marco para la expresividad de Messi, tan intervencionista que incluso cargó con una tarjeta amarilla. La Pulga tenía que ser necesariamente la figura del partido en el que el Barcelona arrebataba el récord de victorias consecutivas del Madrid de Di Stéfano. Nada tenía más sentido en una noche gloriosa para un Barça glorioso frente a un depresivo Atlético. Tres goles parece la diferencia lógica entre dos equipos con trayectorias opuestas. El Madrid decidirá hoy si su distancia con el Barcelona es de 10 o de siete puntos, en cualquier caso mucho trecho el reinado de Messi.